No hay más que ver la portada de este libro para darse cuenta de que no apunta precisamente al público clubber, ni mucho menos, sino al generalista. Y lo tiene todo para llegar a él. Un lenguaje claro, una sucesión de empeños generacionales muy bien hilvanada y una reflexión de fondo sobre lo que es prosperar empresarialmente desde una localidad que ni siquiera es capital de provincia, en algún lugar entre Madrid y Barcelona, plantando cara a los tabúes y a las convenciones sociales de cada época a través de algo tan aparentemente sencillo (y a la vez complicado) como es hacer bailar y soñar al prójimo.
Casinos, cines y salas de baile que fueron propiedad de los Satorres, los Durán y los Arnau, pioneros en la industria del entretenimiento desde la campesina Fraga (Huesca). Bailar en el desierto (2023) revela datos históricos con gancho innegable (la inaudita actuación de Xavier Cugat en 1962, apenas unas horas después del fallecimiento de quien lo contrató, es todo un punto de inflexión), pero también una minuciosa construcción novelada – porque es una forma de trascender los límites del ensayo – de personajes que realmente existieron, con el telón de fondo de repúblicas, guerras, exilios, dictaduras, la vuelta a la democracia y la homologación con el resto de Europa. Se lee en un suspiro.