El año 2022 ya no parece una fecha tan lejana, y puede ser la más indicada para el regreso del evento: justo 30 años antes, en 1992, poco más de doscientos jóvenes se dieron cita en la finca de Les Peñetes, en Fraga, y crearon, de forma ilegal, la Monegros Party.
Juan Arnau Durán (Fraga, 1956), pionero en el mundo de las Clubs en España con la sala Florida 135 y promotor del Monegros Desert Festival y de las fiestas ElRow -aunque “bastante retirado del negocio” y, junto a su esposa Mari Cruz, “en segundo plano”-, augura que “la próxima edición cambiará todo lo que hemos hecho hasta ahora”.
“Ya habéis visto lo que hemos hecho con el tema del avión. Lo continuaremos haciendo con el tema de obras de arte a nivel de escenografía; todos los escenarios estarán firmados por escultores de arte urbano de primera categoría, desde Okuda San Miguel hasta Daniel Popper o Bordelo”, desvela Juan Arnau,
Añade que en la vuelta del Monegros Desert Festival, “la gente tendrá la impresión de estar en una gran galería de arte moderno. Pasaremos de ser un evento simplemente musical a ser un evento que mezclará, constantemente y en cualquier rincón, arte urbano, música, teatro, artes escénicas...”.
Sobre el famoso boeing que ha copado espacios en todos los medios, dice que será “serigrafiado y convertido en una obra de arte. Será serigrafiado por grafiteros que presentan obras del estilo de Okuda San Miguel, y se serigrafiará con obras, por ejemplo, de Andy Warhol o de algunos grafiteros importantes”.
Juan Arnau cuenta que este macroevento comenzó hace treinta años “con una fiesta ilegal, ni se nos ocurrió pedir permiso, porque invitamos a la gente a comer unas costillas y unas sardinas, no recuerdo muy bien lo que hicimos”.
Sin embargo, el promotor retirado, quien ya ha delegado en sus hijos Juan y Mari Cruz los proyectos de la familia Arnau, comenta que no piensa mucho en esos inicios a la hora de organizar el festival: “Las cosas, como decía mi padre, evolucionan afortunadamente. Y nosotros tenemos una experiencia en el mundo del entretenimiento, que es lo que nos ha tocado batallar en esta vida como empresarios, en el que las cosas siempre van a mejor. No tenemos demasiado tiempo para pensar en la nostalgia, en la quimera y en todo eso”.
Y apostilla que la misión de la familia es “entretener a la gente, que la gente se lo pase bien, que tenga una experiencia única y que se la cuente a sus hijos, y cada persona, entre los miles y miles de jóvenes que han pasado durante todos estos años por Monegros, te cuenta una experiencia diferencia”. “Nuestra visión como empresarios tiene que ser el futuro y no el pasado, nunca”, recalca el promotor.
A pesar de mirar siempre hacia el futuro, tiene tiempo durante la entrevista de rememorar los tiempos en los que se convirtió en la persona que trajo a España el mundo del club: “Aquí nadie conocía qué era un disc-jockey. Eso lo tuvimos que aprender nosotros, yendo por todas las fiestas ilegales, las raves, festivales -que no eran festivales, sino raves ilegales que se hacían por puertos abandonados, fábricas vacías, bosques por Múnich...”.
“Recuerdo ir a Londres, a clubs que eran increíbles, donde nos daban unas contraseñas para poder llegar a 30 kilómetros de Londres donde se hacían unas raves ilegales, que por entonces estaban muy perseguidas por Margaret Thatcher; tuvimos que correr alguna vez delante de la policía porque estaba muy castigado”, recuerda.
Tras sus múltiples viajes por Europa, Detroit o Chicago, entre muchos otros, en busca de qué se estaba perdiendo el mundo de la noche española, Juan Arnau y Mari Cruz incorporaron sus hallazgos a la sala Florida 135 durante la década de 1990, “aunque no fue fácil”: “Teníamos que convencerlos (a los discjockeys) para hacer las fiestas en Fraga. Recuerdo la primera vez que hablamos con Jeff Mills y Mike Banks, del colectivo Undergroud Resistance, de Detroit, para que vinieran a Fraga, no sabían ni siquiera qué era España, no Fraga”, cuenta.
“No había clientes ni clubs en España. No había escena electrónica. Empezó en Fraga y luego empezó el Sónar, en Barcelona, con quienes nos juntamos el primer año. Algo que no sabe nadie es que ellos veían discjockeys que podían venir al próximo Sónar y nosotros los testeábamos en Fraga, en la Florida”, concluye.