La 'terreta' ha vuelto a temblar 20 horas este fin de semana, casi sin descanso. Elrow se ha alzado en la Marina sur de Valencia y lo ha hecho por todo lo alto. Al menos 30.000 personas se han sumergido en una atmósfera envolvente de música electrónica repartida en dos escenarios.
Un sold out asegurado para el sábado y un éxito rotundo que describen en las redes sociales del festival como "la locura que hemos vivido". Consideran a los valencianos como los "mejores ravers", pues la capital del Turia parecía reencontrarse con su pasado, cuando la Ruta Destroy marcó una década en el ocio nocturno de España.
Los propietarios explican que la noche de ahora no es la que había antes, más oscura. "La creatividad y el márquetin nos han ayudado", afirman. Trabajar con familia, para ellos, es "magnífico". Cuentan que se llevan genial y son "su mano derecha".
La temperatura de este fin de semana acompañaba al público. Los dueños destacaban también el horario, entre la tarde y la noche, hasta la 1:30 horas de la madrugada. Sobre el destino de aterrizar en Valencia, aseguraban que "se lo debíamos a la ciudad y a los valencianos, nos lo pedían y efectivamente, llegamos".
Preguntados por la seguridad, respondieron que "por desgracia" no todo es controlable, pero intentan hacerlo "lo mejor posible para que no suceda nada grave". Elrow ofreció en el espacio del festival un punto lila, una zona de pícnic, guardarropa, merchandising, cashless (la zona donde recargar dinero en la pulsera para las consumiciones) y servicio de ambulancia.
Los propietarios explican que la noche de ahora no es la que había antes, más oscura. "La creatividad y el márquetin nos han ayudado", afirman. Trabajar con familia, para ellos, es "magnífico". Cuentan que se llevan genial y son "su mano derecha".
La temperatura de este fin de semana acompañaba al público. Los dueños destacaban también el horario, entre la tarde y la noche, hasta la 1:30 horas de la madrugada. Sobre el destino de aterrizar en Valencia, aseguraban que "se lo debíamos a la ciudad y a los valencianos, nos lo pedían y efectivamente, llegamos".
Entre 700 y 800 trabajadores cubrían el proyecto ambicioso de los Arnau, los actuales propietarios y quinta generación de lo que empezó siendo el Café Josepet. "Hacemos feliz a la gente y todo el mundo tiene derecho a disfrutar y que la locura les transforme", compartían Juan y Cruz Arnau a EL ESPAÑOL.
Los asistentes, que decidían donde querer perderse, pudieron disfrutar de dos escenarios que protagonizaban el evento: la temática Delusionville, creada por el artista Ron English o el Horroween stage, en colaboración con la promotora Blackworks, con una temática "espeluznante y terrorífica".
Preguntados por la seguridad, respondieron que "por desgracia" no todo es controlable, pero intentan hacerlo "lo mejor posible para que no suceda nada grave". Elrow ofreció en el espacio del festival un punto lila, una zona de pícnic, guardarropa, merchandising, cashless (la zona donde recargar dinero en la pulsera para las consumiciones) y servicio de ambulancia.
Además, desde una app vinculada a elrow, el usuario podía vincularse con un amigo para rastrear su ubicación en caso de que alguien se perdiese, o ubicarse en el mapa del evento.
"No podemos esperar a repetir esta locura en Valencia. ¿Cuándo queréis la próxima?", concluyen en sus redes sobre cómo fue el festival en la ciudad, que los esperaba desde hace cinco años.