Existen seres humanos maños (¿humaños?) que han visto la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar por primera vez solo y cuando el autobús de la discoteca Florida 135, localizada en Fraga (Huesca), les devolvió, tras una noche de despendole techno, a la gran plaza zaragozana atestada de joteros.
Juan Arnau estaba detrás del emblemático templo electrónico, hijo, nieto, tataranieto y padre de una saga familiar que es historia de la música de baile en España.
Primero, fue un café con fonógrafo. Luego, un salón de baile con orquesta. Llegó la célebre discoteca que reproduce un barrio del Bronx. Y, finalmente, el Festival Monegros en el erial homónimo. Siglo XX y XXI, Fraga marcando el paso. Y ‘Bailar en el desierto’ (Grijalbo), el libro en el que el propio Arnau narra esta aventura empresarial y familiar: «Te aseguro una cosa: en 100 años la gente seguirá bailando. Igual la gente hace excursiones a Marte y baila allí. No sé dónde bailarán, pero bailarán».